
El tiempo no da tregua,
interminables historias que vivir, contar y compartir, compartir, si, ya que
únicamente así podremos sentir el reflejo
de las bellas experiencias en los ojos de los demás. Que gran placer el de
dar y recibir, nada que esperar, nada que juzgar, solo escuchar, y sumergirse
en ese mar de palabras que te envuelven como sabanas recién levantado, el calor
de la palabra no tiene precio, solo el
tiempo que queramos darle. Hoy me siento feliz, acompañado de las
personas que de verdad le dan un sentido a esta locura de vida, o quizás son
los que la enloquecen, que más dará… tan fácil no podía ser, tan complicado,
tampoco. Cada uno tiene lo que se merece en cada momento, cuantas veces lo
habré escuchado, nunca oído e interiorizado, somos lo que damos. La vida no es
más que un espejo de nosotros mismos, muestra lo que hacemos y lo que somos, lo
que fuimos y lo que podemos llegar a ser. Somos amor, somos felicidad, somos la
plenitud de esta. Si recibes amor no te lo guardes, no es tuyo, cuantos lo
hicieron y ya no les queda nada.
Gracias a todos los que compartís
este momento, grandes sois y grande me hacéis.
Uve.
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